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"Los deseos de Siete": II. La historia de Lulupapa


“No me gusta que llueva en mi cumpleaños” pensó Siete cuando miro por la ventana aquel día. Siempre tenía la mala suerte de que el día en que se conmemoraba su llegada al mundo, fuera solo de lluvia y tragedia. Se bajo de la cama y comenzó a buscar sus calcetines. Nunca le habían gustado los calcetines pares, así que tomo uno rojo y otro azul y sin pensarlo mucho se los coloco. Vistió su calzado y bajo a tomar desayuno.

Su madre lo esperaba con la misma cara de siempre, mientras le servía unas tostadas con una taza de chocolate con canela. Amaba tomar chocolate con canela, era el manjar más exquisito que alguna vez había probado. Las tostadas estaban justo al punto de lo crujiente, lo que le dio una gran satisfacción. Su madre le dio un beso en la frente y le deseo un feliz cumpleaños. Siete miro a su madre y casi pudo verse reflejado en sus ojos, esbozo una sonrisa y procedió a tomar su desayuno.

No odiaba a su madre, pero sí a veces no le parecían bien ciertas actitudes de ella. El sabia que su mamá jamás sería mala, pero si aseguraba que su madre no siempre velaría por su integridad. Se miro en el espejo que estaba en su recamara y noto la frialdad de su mirada. Sus ojos tenían aspecto de cansados, tristes y fatigados. Odiaba estar tan triste con solo diez años, pero eso era lo que tenía para él, nada más.

Se sentó cerca de la ventana y comenzó a observar el día. Cerca de su casa había un parque que le gustaba mucho. En ese preciso parque siempre se juntaba con su mejor amigo: Arian. Compartían muchas cosas juntos y no se imaginaba la vida sin él. Siempre en las tarde, iba a buscar a Arian para caminar, jugar, correr y rodar por el pasto en un espiral de sonrisas. Sentía que su vida valía la pena si Arian estaba con él.

Aunque Siete quería con todo su corazón a Arian, habían cosas que le decepcionaban a la vez. Sabia que Arian muchas veces salía con él casi por hacerle un favor y sobre todo, le dolía que el fuera tan frío en algunas situaciones puntuales. A pesar de todo, esa tarde vería a su amigo y el sería feliz.

A la tarde de ese día la lluvia paro y la reunión con Arian se concreto, como siempre, en el árbol de los dos. Siete iba emocionado, se preguntaba que regalo le traería Arian. Esperaba que esta vez no fuera solo una tarjeta, quería aunque sea un juguete tonto ya que el siempre a Arian le regalaba los juguetes que el quería en sus cumpleaños.

-¡Feliz Cumpleaños Siete!- dijo Arian cuando lo vio.

-Gracias- respondió esbozando una sonrisa tímida.

-Mira, te tengo esto…

Siete recibió en sus manos solo una tarjeta. La miro un tanto decepcionado y la guardo en su bolsillo. Le dio las gracias a su amigo por darle un regalo y camino con él por el parque.

-Ayer mi padre llego en la noche, escuche gritos en el comedor, pero no quise levantarme…- dijo Siete.

Arian lo miro con cara extrañada, pero no dijo nada. Siguieron caminando hasta llegar a unos columpios cercanos. Ambos amigos se sentaron en sus respectivos columpios y Siete prosiguió:

-A veces quisiera ser un pájaro y poder volar por los aires, irme muy lejos de mi casa.-

-Eres un loco Siete, son solo cosas, ya pasaran- dijo Arian.

El viento recorrió el lugar, invadiendo con un sentimiento de melancolía a Siete.

-Arian, ¿tu me quieres cierto?- pregunto este.

-Eres mi amigo Siete, por supuesto que te quiero- replico Arian.

-Nunca me dejes, por favor…- dijo mientras saltaba del columpio y abrazaba a Arian.

Arian abrazo a su amigo unos segundos y luego lo separo de él. A veces odiaba esas manifestaciones de amor o tristeza de Siete. Es mas, no le gustaba mucho salir o estar con él, pero tenía que cumplir, más que nada era su cumpleaños.

-¿Mañana nos veremos?- pregunto Siete.

-No sé, estaré ocupado- Respondió el niño.

-Quería verte…- reprocho el otro con un puchero.

Arian se levanto del columpio y miro a Siete. Ya esta aburrido de todo esto, lo sentía con toda su alma, pero era ahora o nunca…

-Siete, no quiero verte más-

Siete abrió los ojos y sintió que su garganta se apretó. Miro a Arian y juntando fuerzas pregunto:

-¿Por qué?

- No me gusta esto, no me siento bien siendo tu amigo. Tengo otro amigo con quien jugar y la paso mejor que contigo, lo siento Siete.

Arian miro a Siete por última vez y se alejo del lugar. Siete cayó de rodillas en el piso, mientras sus lágrimas recorrían su cara. ¿Por qué Arian lo dejaba? ¿Acaso no era un buen amigo? Tomo la tarjeta de Arian, la beso y se fue caminando hacia su casa dejando un rastrojo de lagrimas a su pasar.

***

Siete se sentía horrible. Había pasado los tres últimos meses encerrado en su habitación, de la cual salía solo para ir al colegio, comer e ir al baño. Algunas veces lloraba mirando por la ventana, mientras veía a otros niños jugar con sus amigos. El estaba tan solo. A nadie le gustaba juntarse con un niño tan extraño como él.
Esa noche decidió tomar un baño antes de acostarse. Le gustaba mirarse al espejo después de bañarse, creía que cada vez que uno se bañaba el cuerpo cambiaba un poco. Podía notar sus largos cabellos oscuros caer mas abajo de su cuello, sus ojos claros y su piel tan blanca como la leche. No todos los niños eran como él y le gustaba en cierta parte eso; ser distinto a los demás, no ser igual al común que veía todos los días. Sabía, ciertamente, que eso había conllevado de todas maneras a que estuviera tan solo.

A la mañana del otro día un día de sol despertó a Siete. Le había costado dormir aquella noche, había escuchado gritos en la noche. Como todos los días, se puso sus calcetines dispares y bajo a tomar desayuno. Su padre estaba sentado en la mesa junto a su madre. Sus rostros no eran de lo mejor, así que decidió tomar desayuno rápido y salir. No quería ver ni escuchar nada.

Decidió ir a los columpios donde siempre jugaba con Arian. Se sentó ahí y comenzó a darse vuelo. “Algún día, seré libre como el viento que toca mi cara cuando me balanceo” pensó Siete, sin darse cuenta que un niño que no conocía tomaba el columpio que estaba a su lado.

Paro de columpiarse y mirando al otro niño extrañado, este le dijo:

-¡Hola! ¿Cómo te llamas?

-Me llamo Siete ¿y tú?- respondió.

-Me llamo Lulupapa, un gusto…- dijo el niño sonriendo.

-Tu nombre es gracioso – dijo sonriendo por lo bajo.

-Ahh el tuyo también lo es…- dijo Lulupapa riendo.

Se columpiaron toda esa tarde juntos. Mientras se balanceaban iban conversando y en ciertos momentos Siete miraba de reojo a Lulupapa. El era muy contrario a Siete, Lulupapa tenía el cabello corto, rubio y ojos cobrizos. Ambos niños estuvieron jugando toda esa tarde.

Aquella noche Siete se sintió muy feliz. Había encontrado un nuevo amigo y se sentía feliz. Lulupapa era muy extraño y por eso mismo sentía que eran muy parecidos el uno a el otro. Los días pasaron y ambos niños sin previo aviso o acuerdo se reunían en aquellos columpios. Jugaban todas las tardes y un día descubrieron que cada uno sabía lo que soñaba el otro. Muchas veces Siete sentía que Lulupapa llegaba a buscarlo mientras dormía, para ir a flotar por el mundo exterior.

Un día ambos cansados de jugar, decidieron recostarse en el pasto a mirar las nubes pasar.

-¿Aún los escuchas en las noches?-  pregunto Lulupapa.

-Sí, pero no tanto últimamente- contesto el niño.

-Siempre puedes contar conmigo Siete, yo te quiero mucho- dijo Lulupapa sonriendo.

Siete cerró los ojos y por un momento creyó sentir los labios de Lulupapa rozando los suyos. Al abrir los ojos noto que Lulupapa solo miraba el cielo mientras sonreía. Nunca había notado que Lulupapa lucía hermoso a luz del sol. Cruzo las manos en su pecho y miro al cielo; jamás se había sentido tan cómodo con otra persona en toda su vida.

Ilustración hecha SOLO para esta historia por la Fabulosa Arantxa ;)


Termina en "El final puede ser otro comienzo"

5 comentarios:

Anónimo

Me gusta, me gusta, algo depresivo pero lindo, me gusto ;) escribes genial!

XOXO

Chriis'Maiden

Me gustó demasiado 8D me dió pena y me alegro demasiado el final de esta parte *-* ojalá la continues pronto.

Anónimo

muy bella la historia!!! me gusto siete!!! eaea XD...
ERES SECO FRIEND
bye
solitude

Nameless

Oooooooohh me puso triste al principio, y harto D:
Pero encontre demasiado adorable el final
Espero el final :B
Saludos

Sberjaram

weon esta historia se me hace muy familiar en cosas y en otras refleja los deseos ocultos de alguien, muy linda historia e inocente... es melancolica en el inicio, pero esperanzadora al final .. bonito cuento y ahora entiendo porque las lagrimas al final.. Saludos wn :D y me pregunto que especie de final le daras

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