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Nunca vuelvas atrás

    La música resonaba constante y estridente en aquel vistoso lugar. Incólume al paso del tiempo, nunca había dejado de ser el centro de la atención ese antiguo Bar que solía visitar en reiteradas ocasiones. Gustaba de beber cantidades excesivas de alcohol y bailar hasta que las agujas de sus tacones se desgastaran. Ella no era una puta, pero tampoco era una mojigata. Quería pasarlo bien esa noche, quería olvidar todo rastro del pasado y nada tenía que arruinar su noche.

    Un extraño hombre que rondaba por el lugar se acerco hacía donde estaba ella. Sus ojos negros se fijaron en la profundidad de sus marrones. Sintió que un cierto de sentimiento antiguo renacía en ese lugar, pero no quiso tomar mas atención. El tipo con voz rauda e intención cabal la invito a bailar. Acepto a pesar de su extrañeza y se fundieron con la música de aquel lugar, que parecía podrirse a medida que los grados alcohólicos alcanzaban las cabezas de sus ejecutores.

    “La noche tiene un sentido extraño cuando sales de tu letargo. Te ves en ella, parte de ahí y de sus criaturas y quieres parecerte a ellas. Al final, eres uno mas” pensaba Stephanie al bailar con el extraño. Su nombre era Luis y la llevaba a ciertos laberintos disconcordantes mientras se movían al ritmo del último hit de una famosa cantante pop. Ella se sentía extraña y pidió que pararan. Luis al verla tan descompuesta le ofreció irse a su departamento para que pudiera descansar. No quedaba lejos y podrían pasar un rato “agradable”. Por lo menos eso fue lo que sutilmente pudo concebir en aquel estado.

    Tomaron el auto de Luis y partieron rumbo al departamento de este. Stephanie miraba las luces de la ciudad y pensaba que todo era inquietante, mas no le importaba en absoluto. El hogar de Luis se abrió hacia ella como también la cama de este. Los placeres carnales se agitaban en notas musicales guiadas por los sonidos de la carne que se golpea junto a los gemidos de auxilio y excitación, mas el sonido final del proceso de placer, que  siempre parece simular el respiro de una persona que estará pronta a morir.

    Los ojos de Stephanie se abrieron de improviso. Miro a su lado y un rostro familiar apareció en aquella ensoñación.

¿Luis? – pregunto.

Veo que ya te recobraste, extrañaba sentirte cerca…- dijo mientras se acercaba a abrazarla

    Stephanie se alejo del cuerpo de Luis y se sintió inmunda. No entendía nada de esto. ¿Cómo no lo reconocí? Se preguntaba. Cómo no había reconocido al desgraciado que la había hecho sufrir como idiota durante tanto tiempo. El proceso de somnolencia había acabado y esta realidad era muy dura de enfrentar.

Vamos amor, ven conmigo, sé que me extrañas y no puedes estar sin mi – dijo con tono burlesco.

    Se levanto de la cama, dándole la espalda. Estaba completamente desnuda, recién follada por aquel despreciable hombre y más encima se sentía como una estúpida. Había intentado olvidarlo desde que él la había dejado hace dos meses atrás y cuando estaba por conseguirlo la sombra de él volvía a aparecer.

¿Vendrás de nuevo? Aún tengo energías para más – dijo él sensualmente.

    Se dio vuelta en sus pies y decidida camino hacía el. Recibiéndola en sus brazos comenzó a acariciar su espalda y después a besar su cuello. Las manos de Stephanie, mientras tanto, tomaban fuerza y con la rapidez de una serpiente envolvían el cuello de su amante. La cara de Luis se torno extraña mientras intentaba sacarla de encima de él.

Perra, suel…tame...– decía entre gorjeos.

    La fuerza del odio jamás podrá ser vencida con la fuerza humana. Eso lo sabía bien Stephanie, mientras Luis comenzaba a perder todo el aire de su cuerpo. Saco las manos del cuello de este y lo dejo en su cama desnudo. Vistiéndose lentamente y dándole un beso de buenas noches Stephanie desapareció de la habitación dejando a aquel muerto solo. Mas allá de las paredes, todo parecía adquirir un tono grisáceo y la impresión de una disipación era inminente.