La tormenta
se desarrollaba feroz en el exterior. Nunca se había visto una temporada de tan
mal tiempo en aquella ciudad y por ende, las personas no estaban preparadas
para los catastróficos resultados de aquella. Inundaciones por doquier,
montañas derrumbadas, personas buscando refugio y casas sumergidas en el agua
eran el escenario de lo caótico de aquellos días. La pobreza en la que vivían
las personas de los sectores que rondaban la antigua casa Kenneth, hacían un
patético contraste con lo lujoso de aquella antigua casona.
Christina,
la única hija del matrimonio, dormía en una de las habitaciones sumida en
horribles pesadillas. El matrimonio Kenneth era uno de los más ricos de la
región. De hecho, el señor Kenneth, déspota y miserable, era dueño de una de
las industrias que daba la mayoría de los trabajos en aquella ciudad. El
negocio del salitre daba frutos crecientes en aquella época dorada y él, junto
a otros extranjeros más, avalados por los vacíos legales aprovechaban de sacar
el máximo provecho posible, mientras sus trabajadores eran explotados en las
condiciones más miserables de la vida humana. Por otro lado, la señora Kenneth,
mujer fría y sorda acerca de los sórdidos negocios de su marido, intentaba
mantener las apariencias frente a la aristocracia imperante en aquellos días.
Había previsto el matrimonio de su hija muy pronto y ansiosa esperaba ver el
día en que su familia se uniría a otra de las mas importantes del lugar.
Cada noche
las pesadillas de Christina se hacían peores. Todo comenzó una noche cuando
presa de alucinaciones producidas por la fiebre, se levanto de su cama y
acercándose a la ventana pudo presenciar una escena que la dejo helada. Una
mujer volaba por los aires dejando un rastro de oscuridad detrás. No pudiendo
creer lo que veían sus ojos, los restregó muy fuerte y pudo comprobar que la
escena era verdad. Creyendo que se había vuelto completamente loca se desmayo.
-Hija,
despierta hija- dijo la señora Kenneth
Christina
abrió los ojos y pudo ver a su madre frente a ella con un rostro pasmado.
-Madre, lo
siento, pero fue horrible. Miré por la ventana y vi… ¡Una mujer volando, mamá!-
dijo asustándose con el solo hecho de nombrar esa escena.
Su madre
frunció el ceño y la abofeteo fuertemente.
-¿¡Una
mujer volando!? ¡Qué disparates! ¡Escúchame bien Christina, yo no quiero que la
gente diga que tengo una hija loca, ni mucho menos que esto llegué a oídos de
la familia Tronwell! ¿Está claro? –
dijo duramente.
-Sí, madre.
A su madre no le gustaban
las cosas paranormales e incluso el solo hecho de nombrar cosas acerca de
brujas o cosas así, encendían sus ánimos de una manera poco sana. Ella, como
buena hija que tenía que ser, le seguía el juego. No quería casarse con el hijo
de los Tronwell. Era diez años mayor y ella todavía no ansiaba atarse a
alguien. Quería experimentar muchas cosas en el mundo, pero tenía que cumplir
con su rol. Era una Kenneth y tendría que mantener su estatus, aunque esto
hiciera que ella sacrificará su libertad.
A pesar de todo, desde
aquel incidente Christina seguía siendo victima de pesadillas diariamente.
Sentía como aquella extraña mujer entraba a su cuarto de noche y se acercaba
peligrosamente hacia su cuello. No quería pensar nada malo sobre aquellos
sueños, pero sinceramente, cada vez que despertaba un amargo sabor quedaba en
su boca.
Cierto día, mientras
almorzaban en el lujoso salón de su hogar su madre le hablo:
-Hija, hoy llegará tu
prima desde Swadish a pasar sus vacaciones con nosotros. Esta ansiosa por
conocernos y explorar los alrededores. ¿Serías tan amable de llevarla a conocer
los terrenos? – pregunto gentilmente.
-Sí, estaré encantada. No
sabía que tenía una prima en Swadish – dijo extrañada
-¡Ni yo misma! Si no
hubiera recibido la carta de mi hermana ayer, no me lo hubiera imaginado-
finalizo con una risa.
-Papá no ha llegado.
¿Cuándo volverá?- pregunto Christina.
Su madre se puso tensa
con la pregunta y respondió seria y fría.
-El ha estado ocupado.
Los trabajadores del salitre no están contentos con sus sueldos y están amenazando
con huelgas. Mal agradecidos, Edward se esfuerza por ellos y de esta manera le
pagan. Debería hacerlos trabajar el doble por tal insolencia. – termino
respingando la nariz.
-Pero madre, ellos de
verdad viven en condiciones indignas, papá debería ayudar a sus empleados. Esos
sueldos no alcanzan ni siquiera por los comestibles de un mes.- dijo Christina.
-¡Cállate! – dijo alterada
– No quiero oírte hablar sobre esto. ¿Me entiendes? Son asuntos de tu padre y
no puedes interferir.
Christina se mordió la lengua
para no hablar más. Una empleada se acerco a ellos y dijo:
-Señora Kenneth, su
sobrina ha llegado.
-¡Magnífico! Vamos a
recibirla al salón – dijo sonriente.
Christina y su madre
caminaron hasta el gran salón donde los esperaba su prima. Era alta, de pelo
largo y ondulado. Su cabello era de un color negro intenso, el cual hacía un
hermoso contraste con sus ojos verdes.
Algo en su mirada le sugería que la
había visto antes. Su mamá se acerco a ella y dijo en voz alta:
-Christina, te presento a
tu prima Octavia. Espero que se lleven muy bien.
***
Un mes paso desde la
llegada de Octavia y Christina no podía recordar mejores momentos que los que
pasaba con su prima. Cada tarde después del almuerzo y las clases de canto y
piano, salían a pasear juntas por el gigantesco parque que la familia tenía
como patio trasero. Mas tarde ambas bordarían hermosos pañuelos que la otra
debería ocupar o se irían al salón, donde Christina tocaría la última pieza de
piano que había aprendido a la vez que Octavia cantaba con su dulce registro.
Christina amaba la compañía de su prima y deseaba que nunca se terminara su
visita.
A pesar de toda la
diversión que ambas obtenían cada tarde, las pesadillas de Christina comenzaron
a empeorar y gradualmente comenzó a enfermar. Hubieron días en que incluso no
podía levantarse de su cama, debido a que no encontraba las fuerzas para
hacerlo. Octavia generalmente se quedaba ese día completo con ella y al día
siguiente se sentía mucho mejor. Su madre no se explicaba esas repentinas
recaídas y tampoco le interesaba mucho mientras ella se pudiera sanar. Dentro
de dos semanas el matrimonio con el hijo de los Tronwell se realizaría y solo
eso importaba por el momento.
Mientras paseaban un día
por el parque, Christina le dijo a Octavia:
-No quiero casarme.
-¿Por qué? – pregunto la
otra.
-No quiero ser la esposa
de ese hombre. No es malo, pero no es lo que yo quiero para mi vida. Octavia,
quiero ser libre y disfrutar de las cosas sencillas de esta vida. Caminar por
el parque, el bosque, ver los animales. Hay tantas cosas hermosas por hacer y
no quiero a alguien que me obligue a esclavizarme a un vida que no quiero-
terminó triste.
Octavia la tomo de las
manos y le dijo sonriendo:
-Pero no siempre tienes
que hacer lo que te dicen.
-No tengo opción Octavia.
Mamá me matará si no lo hago. Sea como sea, es mi madre y le debo el respeto
que merece. Tengo que hacerlo. Es mi obligación- al decir esto sus ojos se
llenaron de lágrimas.
Octavia abrazo a
Christina. Estaban en un lugar alejado del parque. Solo arboles las rodeaban,
junto a un lugar donde un tibio pasto se ofrecía para ser recostado.
-Todo estará bien, te lo
prometo- dijo Octavia.
Christina miro a los ojos
de Octavia. Se vio reflejada en aquellos ojos verdes. Vio como su cabellera
rubia y lisa bajaba por sus hombros. No se dio cuenta cuando incluso podía ver
de muy cerca los ojos de su prima. Octavia abrazo mas fuerte a Christina
mientras esta acercaba los labios a ella. Jamás había besado a alguien y se
sentía muy bien. Sobre todo si era con ella. La mujer que más la había hecho
feliz.
Ambas niñas cayeron al
pasto de rodillas mientras mantenían aquel beso. Christina comenzó a recorrer
el cuerpo de Octavia, mientras esta le acariciaba el cabello. Sus manos
inquietas llegaron hasta su espalda donde quiso quitar la cuerda del corsé de
Octavia.
-No, por favor Christina-
dijo Octavia temblorosa.
-¿Por qué? Tú también lo
quieres – dijo Christina.
-No esta bien, perdóname
Christina – dijo mientras salía huyendo.
Christina observo triste
como Octavia corría hacía la mansión. Una lágrima recorrió su mejilla mientras
se levantaba para ir en su búsqueda. No había duda. Sabía lo que sentía por
Octavia, aunque eso fuera prohibido por el lado que se le miraba. Era una mujer
y también su prima, aunque no podía evitar sentir lo que sentía por aquella
niña que corría asustada…
***
Faltaban aproximadamente
tres días para el matrimonio y Octavia estaba mas enferma que nunca. Por alguna
extraña razón, las fuerzas no llegaban a ella, lo que no le permitía ni
levantarse. Ni siquiera las visitas de Octavia parecían animarla. Su madre
estaba completamente histérica y cierto día donde los nervios le ganaron al
sentido común, le grito mientras se probaba el vestido de novia.
-DE DONDE SEA SACARAS
FUERZAS PARA EL MATRIMONIO. NO QUIERO EXCUSAS PARA NADA.
Un portazo anuncio que
esto se tendría que cumplir a cabalidad. Octavia, quien se encontraba cerca,
abrazo a Christina y le pregunto:
-¿Hay algo que pueda
hacer?
Christina miró a Octavia.
Hacía días que no le hablaba ni la trataba de esa manera. Sentía unas enormes
ganas de llorar. Deseaba con toda su alma acabar con todo, pero sabía que era
imposible romper la mano al destino que habían escrito para ella. Ese era su
último momento.
-Déjame pasar mis últimos
momentos contigo. Tú eres la mujer que me ha hecho más feliz en la vida…
Christina acercó sus
labios a Octavia y estos no la rechazaron. El ambiente se volvía tenso mientras
las dos niñas jugaban con sus lenguas. Mucho mas allá de dónde ellas estaban un
evento de magnitudes gigantes se comenzaba a generar. Christina ansiosa por
explorar a Octavia y en cierto sentido a ella misma, la desvistió y comenzó a
descubrir las bondades de la carne, mientras Octavia tan solo se dejaba querer
por Christina.
Ensimismadas en las artes
del amor que se descubre recientemente, un bramido rugía en las afueras de la
ciudad. Aquel lugar que había sido llamado el paraíso de la economía parecía
sucumbir ante lo inminente. Todo se desmoronaría y el débil se alzaría contra
el tirano. Siempre está presente el miedo en quienes ostentan el poder. Quien
maneja el miedo es poderoso y ciertamente, puede llegar a controlarlo todo.
Pero, el miedo también puede ser combatido y este puede devolverse. Edward y
sus secuaces gritaban mientras la voz de los oprimidos se imponía ante ellos.
Octavia dejo a Christina
durmiendo en su habitación. La luna llegaría a su punto máximo esa misma noche
y debía apresurarse lo máximo que pudiera. Cerró la puerta con cuidado y
escondiéndose de los criados y de su misma tía, fue a buscar el escondite donde
Lemuria la esperaba.
***
Christina flotaba en el
tiempo. Las sustancias no tenían forma y ella misma podía sentir lo efímero del
espacio en relación a los conceptos de lo que está mas allá de lo superfluo.
Podía volar y se sentía libre de toda atadura. Recordaba a Octavia claramente y
quería encontrarla en aquel lugar en el que estaba. “¿Dónde podrá estar? “se
pregunto, cuando extrañamente dos voces se oían a los lejos. Curiosa por aquél
hecho comenzó a acercarse a un misterioso lugar. Parecía un sótano, el cual
estaba lleno de velas y toda clase de hierbas, mientras un caldero hervía a
fuego lento. Dos mujeres hablaban fuertemente. Una estaba sentada y no pudo
reconocer quién era, pero a la otra si la reconoció. Era Octavia.
-Hoy día tienes que
efectuar el ritual. Si resulta todo bien, la vida se atará a tu cuerpo y podremos
volver a la esfera terrestre.- dijo la mujer que estaba en el suelo.
-¿Qué ocurrirá con
Christina? – pregunto Octavia.
-Morirá- respondió la
otra.
Christina se sintió
pasmada. No podía creer lo que escuchaba. ¿Octavia iba a matarla?
-¿No puedes hacer algo
para salvarla, bruja? – pregunto.
-¿Por qué quieres
salvarla? Le has tomado cariño por lo que veo. Estás verdaderamente podrida
Octavia.
Te has estado alimentando de su sangre todo este tiempo y ahora temes
por su vida. Es una lástima, pero si no haces el ritual tú desaparecerás y es
muy difícil que tu espíritu sobreviva otra vez.
-¡Cállate! Sé todo eso y
créeme que me duele. No quiero que Christina muera. Ella no se lo merece, todo
esto es mi culpa…
- Veo que has ganado algo
de conciencia a la poca humanidad que te queda. Estás aprendiendo. Después de todo, no eres tan distinta a ese raro que
asesinaste hace unos meses…
Octavia permaneció en
silencio y no respondió.
-Es hora que vayamos. Hay
algo raro en el ambiente y es mejor evitar contratiempos. Ese cuerpo que posees
se descompondrá si no nos apresuramos.
Ambas mujeres tomaron sus
vestidos y procurando que no hubiera nadie, salieron por un hueco que había en
la pared hacía el exterior. Aquel lugar era el viejo sótano de la casa de los
Kenneth, donde mucho tiempo atrás Christina solía jugar antes que su madre
decidiera que era peligroso para ella y mandara a taparlo.
Christina sentía unas
enormes ganas de llorar. Octavia era muy distinta a como ella la había
conocido. No imaginaba que ella pudiera cometer esos actos tan horribles, pero
a la vez no podía negar todo lo que sentía por ella. Así mismo siguió flotando por lo que noto era la ciudad
y cegada por un destello descubrió algo que le llamo de inmediato la atención.
Un montón de personas se reunían en la calle con antorchas. Era casi todo el
pueblo y pudo escuchar claramente lo que tenían pensado hacer.
Sacando fuerzas de
flaqueza y decidida a lo que se vendría tomó una determinación. Mirando hacia
el cielo y sonriendo felizmente, se lanzo en picada contra su casa donde
terminaría lo que Octavia había comenzado.
***
Octavia llego a la
habitación de Christina, dónde esta dormía profundamente. Acercándose
lentamente a la cama de Christina, se sentó y comenzó a acariciar su cabello.
Lucía hermosa durmiendo y más aún si era a la luz de la luna. Lágrimas corrían
por su rostro, le dolía hacer esto y mucho. ¿Esto era lo que los humanos
llamaban amor? Vio su existencia completa ante ella y se sintió más miserable
que antes. Ella era la culpable de todo, ella había cometido tales errores en
el pasado, ella había decidido irse por un camino que no era correcto y aún así
la vida le permitía compartir con personas como ella, como Christina…
Se levanto y camino hacía
el centro de la habitación. Esta era grande y espaciosa, lo que le daba el
espacio suficiente para empezar el ritual. Sacando de uno de los bolsillos
ocultos de su vestido un puñado de azufre, se dispuso a dibujar un círculo y
varios símbolos antiguos. Habiendo terminado tal acción, se dirigía a encender
unas velas cuando una voz la interrumpió:
-Sé lo que vas a hacer.
Octavia se volteó y
horrorizada contempló como Christina se levantaba de su cama y se quedaba
observando el círculo. Esta tiritaba y
parecía que se iba a desmayar en cualquier momento.
-Christina, vuelve a la
cama. No estás bien – dijo Octavia
-Estoy perfectamente bien
Octavia y sé que quieres asesinarme para volver a tu mundo de nuevo – dijo Christina
a la vez que las lágrimas corrían por su rostro.
-Yo… eh… yo no quiero
hacerlo. No puedo Christina – dijo mientras caía de rodillas.
Octavia se sentía más
miserable que nunca. No le interesaba nada mas, tan solo dejaría que ese cuerpo
en el que ahora estaba se pudriera para así no lastimar a Christina. Pudo
sentir dos brazos recorriendo su cuerpo y de improviso la boca de Christina
surcaba la suya. Cristina la miró fijamente y dijo:
-Quiero que me expliques
todo.
Octavia la miró fijamente
y comenzó:
“Vengo de otro mundo muy
distinto al tuyo. Por ciertos eventos de mi vida, terminé metiéndome en
terrenos que no debía. Me entregué al demonio y a todo su séquito para tener en
mi vida lo que tenía y al final terminé sin mi cuerpo. Quedé solo como un alma
que vaga en la tierra, hasta que recordando las artes malignas que había
practicado en vida, pude conseguir un cuerpo a través de un ritual de
vampirismo.
Engañe a un hombre
solitario que lamentaba la muerte de su viejo amante. Su dolor y su sacrificio
para poder traerlo a la vida me dieron un cuerpo mortal pero a la vez efímero.
Este cuerpo que ahora vez es muy inestable, si no se mantiene constantemente
termina pudriéndose y por ende, inservible. Ahora, al haber ocupado un ritual
de vampirismo, quedé atada a este para poder sobrevivir y todo este tiempo me
he alimentado de ti en las noches.
¿Recuerdas la noche que
viste a la mujer volar? Esa era yo cuando habiendo conseguido un cuerpo, escape
del mundo terrestre para buscar a Lemuria, la bruja que habita en tu mundo.
Debía escapar de la esfera terrestre ya que el demonio no dudaría en buscarme
si sabía que había vuelto a la vida de nuevo. Estando ya acá, Lemuria me dio la
clave del ritual para poder tener vida de nuevo. Así fue como embrujamos a la
hermana de tu madre y me hicieron pasar a mi como su sobrina. Necesitaba que tú
fueras la elegida ya que me habías visto anteriormente y por sobre todo, necesitábamos
una mujer que no hubiera sido tocada por hombre alguno. De esta manera llegué
acá y lo demás supongo que lo sabes.”
Christina miró a Octavia
y pregunto:
-¿Cuál es el ritual?
Octavia rompió en llanto
y continuó:
-El ritual consistía en
hacer un sacrificio humano de amor. Yo debía poder enamorarte para que tu alma
sintonizara con la mía. De esa manera, con el poder de tu amor yo volvería. Aún
así, al final terminé amándote también y no quiero asesinarte. Tú no tienes que
sacrificarte por mí. Esta misma noche me iré lejos. - terminó Octavia
Christina se levanto y acercándose
al círculo que había dibujado Octavia anteriormente le dijo:
-Haz el ritual.
-¿Qué estás diciendo? –
dijo Octavia sorprendida
-Sé que necesitas tu
cuerpo. No me queda mucho tiempo en este mundo, ¿puedes escuchar el ruido que
hay afuera? – dijo señalando la ventana.
Un rugido estruendoso
rompió con el ambiente que se había creado entre ellas dos. Sonidos de pasos
eran notorios y Octavia acercándose a la ventana pudo ver lo que era. Todo el
pueblo del lugar se aglomeraba con antorchas fuera de la casa Kenneth. A
segundo de haber visto esa imagen la puerta se abrió y Lemuria entro rápidamente.
-Octavia, debes hacer
esto rápido. No queda mucho tiempo, ¡las personas que están afuera van a quemar
la casa!
-Vamos, hazlo – dijo Christina
decidida.
-¡No puedo! ¿Qué sentido
tiene hacer esto si no estaré contigo? No tengo nada por lo qué volver a la
vida. – dijo llorando.
-¡Tienes que hacerlo
Octavia! No me interesa lo que hayas hecho antes. Si pudiste volver, es porque
de verdad tienes que hacer algo importante ya sea en este mundo o en el tuyo. Toma
mi vida rápido, no me interesa vivir toda mi vida infeliz con un hombre que no
quiero. ¡Prefiero que mi vida fluya en ti! – dijo mientras se desmayaba en el
circulo.
Fuertes gritos se
escuchaban dentro de la casa. La temperatura del lugar aumentaba
considerablemente junto a un fuerte olor a humo. La casa se estaba quemando y
no pasaría mucho tiempo hasta que el fuego llegara a la habitación.
-Vamos Octavia, no queda
mas opción – le grito Lemuria.
Octavia viendo que la
situación ya no daba para más, entro en el círculo, se agacho y tomo a
Christina en brazos. Christina la miró por última vez y le susurró:
-Me hubiera gustado que
esto hubiera durado para siempre. Aunque me pone feliz que viviré en ti para
siempre, te amo. – terminó sonriendo.
Octavia sacando las
últimas fuerzas que tenía, se dirigió al cuello de Christina y comenzó a
succionar toda la sangre que quedaba en el cuerpo de esta. Lemuria se movía
alrededor del círculo a la vez que recitaba antiguos hechizos. El fuego
consumía la casa y se acercaba
peligrosamente a la habitación. Octavia paro de beber la sangre de Christina y
esta, dando sus últimos estertores, sucumbió a la muerte.
Una fuerte energía emano
del círculo y comenzó a cubrir a Octavia. Christina cayó de sus brazos y antes
de llegar al suelo comenzó a desintegrarse, pasando a ser parte del cuerpo de
Octavia. El fuego ya había pasado a la habitación y con un fuerte estruendo la
puerta voló dejando que el fuego avanzará mas rápido para devorar todo lo que
se encontraba dentro.
-Debemos irnos hacía la
costa – dijo Lemuria – el fuego nos quemará si no nos apresuramos.
Octavia miro por última
vez ese lugar que era consumido por las llamas y tomando a Lemuria en sus
brazos, comenzaron a elevarse por los aires atravesando el techo de la antigua
casona para salir al aire libre y poder volar hacia la costa, donde Lemuria
dijo que deberían ir. Mientras volaban en su camino hacía el lugar, Octavia no
pudo evitar pensar en todo lo que había pasado y sobre todo, en la que
Christina le había dicho. ¿de verdad ella tendría algo que hacer en este mundo
o en el otro? Fuera lo que fuera, sabía
algo: La muerte de Christina no sería en vano… ella no permitiría eso.
Mientras Lemuria y
Octavia volaban por los cielos, los oprimidos celebraban la derrota del
poderoso. El caos y el desorden recorrían por todo el lugar y las personas
esperaban que un nuevo amanecer llegara para ellos. La muerte del viejo Edward
y toda su familia era la coyuntura que ellos necesitaban para un mejor
porvenir. La industria y la empresa cayeron en manos de las personas del lugar
quienes trabajaron la tierra y comenzaron a ganar mejores condiciones para sus
familias. Una nueva era había comenzado para ese mundo.
***