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Navegando en el Elefante



ESTRENO

12 DE MAYO
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Sacrificio de Sangre


     La tormenta se desarrollaba feroz en el exterior. Nunca se había visto una temporada de tan mal tiempo en aquella ciudad y por ende, las personas no estaban preparadas para los catastróficos resultados de aquella. Inundaciones por doquier, montañas derrumbadas, personas buscando refugio y casas sumergidas en el agua eran el escenario de lo caótico de aquellos días. La pobreza en la que vivían las personas de los sectores que rondaban la antigua casa Kenneth, hacían un patético contraste con lo lujoso de aquella antigua casona.

    Christina, la única hija del matrimonio, dormía en una de las habitaciones sumida en horribles pesadillas. El matrimonio Kenneth era uno de los más ricos de la región. De hecho, el señor Kenneth, déspota y miserable, era dueño de una de las industrias que daba la mayoría de los trabajos en aquella ciudad. El negocio del salitre daba frutos crecientes en aquella época dorada y él, junto a otros extranjeros más, avalados por los vacíos legales aprovechaban de sacar el máximo provecho posible, mientras sus trabajadores eran explotados en las condiciones más miserables de la vida humana. Por otro lado, la señora Kenneth, mujer fría y sorda acerca de los sórdidos negocios de su marido, intentaba mantener las apariencias frente a la aristocracia imperante en aquellos días. Había previsto el matrimonio de su hija muy pronto y ansiosa esperaba ver el día en que su familia se uniría a otra de las mas importantes del lugar.

    Cada noche las pesadillas de Christina se hacían peores. Todo comenzó una noche cuando presa de alucinaciones producidas por la fiebre, se levanto de su cama y acercándose a la ventana pudo presenciar una escena que la dejo helada. Una mujer volaba por los aires dejando un rastro de oscuridad detrás. No pudiendo creer lo que veían sus ojos, los restregó muy fuerte y pudo comprobar que la escena era verdad. Creyendo que se había vuelto completamente loca se desmayo.

-Hija, despierta hija- dijo la señora Kenneth

    Christina abrió los ojos y pudo ver a su madre frente a ella con un rostro pasmado.

-Madre, lo siento, pero fue horrible. Miré por la ventana y vi… ¡Una mujer volando, mamá!- dijo asustándose con el solo hecho de nombrar esa escena.

    Su madre frunció el ceño y la abofeteo fuertemente.

-¿¡Una mujer volando!? ¡Qué disparates! ¡Escúchame bien Christina, yo no quiero que la gente diga que tengo una hija loca, ni mucho menos que esto llegué a oídos de la familia Tronwell! ¿Está claro? – dijo duramente.

-Sí, madre.

    A su madre no le gustaban las cosas paranormales e incluso el solo hecho de nombrar cosas acerca de brujas o cosas así, encendían sus ánimos de una manera poco sana. Ella, como buena hija que tenía que ser, le seguía el juego. No quería casarse con el hijo de los Tronwell. Era diez años mayor y ella todavía no ansiaba atarse a alguien. Quería experimentar muchas cosas en el mundo, pero tenía que cumplir con su rol. Era una Kenneth y tendría que mantener su estatus, aunque esto hiciera que ella sacrificará su libertad.

    A pesar de todo, desde aquel incidente Christina seguía siendo victima de pesadillas diariamente. Sentía como aquella extraña mujer entraba a su cuarto de noche y se acercaba peligrosamente hacia su cuello. No quería pensar nada malo sobre aquellos sueños, pero sinceramente, cada vez que despertaba un amargo sabor quedaba en su boca.

    Cierto día, mientras almorzaban en el lujoso salón de su hogar su madre le hablo:

-Hija, hoy llegará tu prima desde Swadish a pasar sus vacaciones con nosotros. Esta ansiosa por conocernos y explorar los alrededores. ¿Serías tan amable de llevarla a conocer los terrenos? – pregunto gentilmente.

-Sí, estaré encantada. No sabía que tenía una prima en Swadish – dijo extrañada

-¡Ni yo misma! Si no hubiera recibido la carta de mi hermana ayer, no me lo hubiera imaginado- finalizo con una risa.

-Papá no ha llegado. ¿Cuándo volverá?- pregunto Christina.

    Su madre se puso tensa con la pregunta y respondió seria y fría.

-El ha estado ocupado. Los trabajadores del salitre no están contentos con sus sueldos y están amenazando con huelgas. Mal agradecidos, Edward se esfuerza por ellos y de esta manera le pagan. Debería hacerlos trabajar el doble por tal insolencia. – termino respingando la nariz.

-Pero madre, ellos de verdad viven en condiciones indignas, papá debería ayudar a sus empleados. Esos sueldos no alcanzan ni siquiera por los comestibles de un mes.- dijo Christina.

-¡Cállate! – dijo alterada – No quiero oírte hablar sobre esto. ¿Me entiendes? Son asuntos de tu padre y no puedes interferir.

Christina se mordió la lengua para no hablar más. Una empleada se acerco a ellos y dijo:

-Señora Kenneth, su sobrina ha llegado.

-¡Magnífico! Vamos a recibirla al salón – dijo sonriente.

    Christina y su madre caminaron hasta el gran salón donde los esperaba su prima. Era alta, de pelo largo y ondulado. Su cabello era de un color negro intenso, el cual hacía un hermoso contraste con sus ojos verdes. 
Algo en su mirada le sugería que la había visto antes. Su mamá se acerco a ella y dijo en voz alta:

-Christina, te presento a tu prima Octavia. Espero que se lleven muy bien.

***

    Un mes paso desde la llegada de Octavia y Christina no podía recordar mejores momentos que los que pasaba con su prima. Cada tarde después del almuerzo y las clases de canto y piano, salían a pasear juntas por el gigantesco parque que la familia tenía como patio trasero. Mas tarde ambas bordarían hermosos pañuelos que la otra debería ocupar o se irían al salón, donde Christina tocaría la última pieza de piano que había aprendido a la vez que Octavia cantaba con su dulce registro. Christina amaba la compañía de su prima y deseaba que nunca se terminara su visita.

    A pesar de toda la diversión que ambas obtenían cada tarde, las pesadillas de Christina comenzaron a empeorar y gradualmente comenzó a enfermar. Hubieron días en que incluso no podía levantarse de su cama, debido a que no encontraba las fuerzas para hacerlo. Octavia generalmente se quedaba ese día completo con ella y al día siguiente se sentía mucho mejor. Su madre no se explicaba esas repentinas recaídas y tampoco le interesaba mucho mientras ella se pudiera sanar. Dentro de dos semanas el matrimonio con el hijo de los Tronwell se realizaría y solo eso importaba por el momento.

    Mientras paseaban un día por el parque, Christina le dijo a Octavia:

-No quiero casarme.

-¿Por qué? – pregunto la otra.

-No quiero ser la esposa de ese hombre. No es malo, pero no es lo que yo quiero para mi vida. Octavia, quiero ser libre y disfrutar de las cosas sencillas de esta vida. Caminar por el parque, el bosque, ver los animales. Hay tantas cosas hermosas por hacer y no quiero a alguien que me obligue a esclavizarme a un vida que no quiero- terminó triste.

    Octavia la tomo de las manos y le dijo sonriendo:

-Pero no siempre tienes que hacer lo que te dicen.

-No tengo opción Octavia. Mamá me matará si no lo hago. Sea como sea, es mi madre y le debo el respeto que merece. Tengo que hacerlo. Es mi obligación- al decir esto sus ojos se llenaron de lágrimas.

    Octavia abrazo a Christina. Estaban en un lugar alejado del parque. Solo arboles las rodeaban, junto a un lugar donde un tibio pasto se ofrecía para ser recostado.  

-Todo estará bien, te lo prometo- dijo Octavia.

    Christina miro a los ojos de Octavia. Se vio reflejada en aquellos ojos verdes. Vio como su cabellera rubia y lisa bajaba por sus hombros. No se dio cuenta cuando incluso podía ver de muy cerca los ojos de su prima. Octavia abrazo mas fuerte a Christina mientras esta acercaba los labios a ella. Jamás había besado a alguien y se sentía muy bien. Sobre todo si era con ella. La mujer que más la había hecho feliz.

    Ambas niñas cayeron al pasto de rodillas mientras mantenían aquel beso. Christina comenzó a recorrer el cuerpo de Octavia, mientras esta le acariciaba el cabello. Sus manos inquietas llegaron hasta su espalda donde quiso quitar la cuerda del corsé de Octavia.

-No, por favor Christina- dijo Octavia temblorosa.

-¿Por qué? Tú también lo quieres – dijo Christina.

-No esta bien, perdóname Christina – dijo mientras salía huyendo.

    Christina observo triste como Octavia corría hacía la mansión. Una lágrima recorrió su mejilla mientras se levantaba para ir en su búsqueda. No había duda. Sabía lo que sentía por Octavia, aunque eso fuera prohibido por el lado que se le miraba. Era una mujer y también su prima, aunque no podía evitar sentir lo que sentía por aquella niña que corría asustada…

***

    Faltaban aproximadamente tres días para el matrimonio y Octavia estaba mas enferma que nunca. Por alguna extraña razón, las fuerzas no llegaban a ella, lo que no le permitía ni levantarse. Ni siquiera las visitas de Octavia parecían animarla. Su madre estaba completamente histérica y cierto día donde los nervios le ganaron al sentido común, le grito mientras se probaba el vestido de novia.

-DE DONDE SEA SACARAS FUERZAS PARA EL MATRIMONIO. NO QUIERO EXCUSAS PARA NADA.

    Un portazo anuncio que esto se tendría que cumplir a cabalidad. Octavia, quien se encontraba cerca, abrazo a Christina y le pregunto:

-¿Hay algo que pueda hacer?

    Christina miró a Octavia. Hacía días que no le hablaba ni la trataba de esa manera. Sentía unas enormes ganas de llorar. Deseaba con toda su alma acabar con todo, pero sabía que era imposible romper la mano al destino que habían escrito para ella. Ese era su último momento.

-Déjame pasar mis últimos momentos contigo. Tú eres la mujer que me ha hecho más feliz en la vida…

    Christina acercó sus labios a Octavia y estos no la rechazaron. El ambiente se volvía tenso mientras las dos niñas jugaban con sus lenguas. Mucho mas allá de dónde ellas estaban un evento de magnitudes gigantes se comenzaba a generar. Christina ansiosa por explorar a Octavia y en cierto sentido a ella misma, la desvistió y comenzó a descubrir las bondades de la carne, mientras Octavia tan solo se dejaba querer por Christina.

    Ensimismadas en las artes del amor que se descubre recientemente, un bramido rugía en las afueras de la ciudad. Aquel lugar que había sido llamado el paraíso de la economía parecía sucumbir ante lo inminente. Todo se desmoronaría y el débil se alzaría contra el tirano. Siempre está presente el miedo en quienes ostentan el poder. Quien maneja el miedo es poderoso y ciertamente, puede llegar a controlarlo todo. Pero, el miedo también puede ser combatido y este puede devolverse. Edward y sus secuaces gritaban mientras la voz de los oprimidos se imponía ante ellos.

    Octavia dejo a Christina durmiendo en su habitación. La luna llegaría a su punto máximo esa misma noche y debía apresurarse lo máximo que pudiera. Cerró la puerta con cuidado y escondiéndose de los criados y de su misma tía, fue a buscar el escondite donde Lemuria la esperaba.

***


    Christina flotaba en el tiempo. Las sustancias no tenían forma y ella misma podía sentir lo efímero del espacio en relación a los conceptos de lo que está mas allá de lo superfluo. Podía volar y se sentía libre de toda atadura. Recordaba a Octavia claramente y quería encontrarla en aquel lugar en el que estaba. “¿Dónde podrá estar? “se pregunto, cuando extrañamente dos voces se oían a los lejos. Curiosa por aquél hecho comenzó a acercarse a un misterioso lugar. Parecía un sótano, el cual estaba lleno de velas y toda clase de hierbas, mientras un caldero hervía a fuego lento. Dos mujeres hablaban fuertemente. Una estaba sentada y no pudo reconocer quién era, pero a la otra si la reconoció. Era Octavia.

-Hoy día tienes que efectuar el ritual. Si resulta todo bien, la vida se atará a tu cuerpo y podremos volver a la esfera terrestre.- dijo la mujer que estaba en el suelo.

-¿Qué ocurrirá con Christina? – pregunto Octavia.

-Morirá- respondió la otra.

    Christina se sintió pasmada. No podía creer lo que escuchaba. ¿Octavia iba a matarla?

-¿No puedes hacer algo para salvarla, bruja? – pregunto.

-¿Por qué quieres salvarla? Le has tomado cariño por lo que veo. Estás verdaderamente podrida Octavia. 

    Te has estado alimentando de su sangre todo este tiempo y ahora temes por su vida. Es una lástima, pero si no haces el ritual tú desaparecerás y es muy difícil que tu espíritu sobreviva otra vez.

-¡Cállate! Sé todo eso y créeme que me duele. No quiero que Christina muera. Ella no se lo merece, todo esto es mi culpa…

- Veo que has ganado algo de conciencia a la poca humanidad que te queda. Estás aprendiendo. Después  de todo, no eres tan distinta a ese raro que asesinaste hace unos meses…

    Octavia permaneció en silencio y no respondió.

-Es hora que vayamos. Hay algo raro en el ambiente y es mejor evitar contratiempos. Ese cuerpo que posees se descompondrá si no nos apresuramos.

    Ambas mujeres tomaron sus vestidos y procurando que no hubiera nadie, salieron por un hueco que había en la pared hacía el exterior. Aquel lugar era el viejo sótano de la casa de los Kenneth, donde mucho tiempo atrás Christina solía jugar antes que su madre decidiera que era peligroso para ella y mandara a taparlo.

    Christina sentía unas enormes ganas de llorar. Octavia era muy distinta a como ella la había conocido. No imaginaba que ella pudiera cometer esos actos tan horribles, pero a la vez no podía negar todo lo que sentía por ella. Así mismo  siguió flotando por lo que noto era la ciudad y cegada por un destello descubrió algo que le llamo de inmediato la atención. Un montón de personas se reunían en la calle con antorchas. Era casi todo el pueblo y pudo escuchar claramente lo que tenían pensado hacer.

    Sacando fuerzas de flaqueza y decidida a lo que se vendría tomó una determinación. Mirando hacia el cielo y sonriendo felizmente, se lanzo en picada contra su casa donde terminaría lo que Octavia había comenzado.

***

    Octavia llego a la habitación de Christina, dónde esta dormía profundamente. Acercándose lentamente a la cama de Christina, se sentó y comenzó a acariciar su cabello. Lucía hermosa durmiendo y más aún si era a la luz de la luna. Lágrimas corrían por su rostro, le dolía hacer esto y mucho. ¿Esto era lo que los humanos llamaban amor? Vio su existencia completa ante ella y se sintió más miserable que antes. Ella era la culpable de todo, ella había cometido tales errores en el pasado, ella había decidido irse por un camino que no era correcto y aún así la vida le permitía compartir con personas como ella, como Christina…

    Se levanto y camino hacía el centro de la habitación. Esta era grande y espaciosa, lo que le daba el espacio suficiente para empezar el ritual. Sacando de uno de los bolsillos ocultos de su vestido un puñado de azufre, se dispuso a dibujar un círculo y varios símbolos antiguos. Habiendo terminado tal acción, se dirigía a encender unas velas cuando una voz la interrumpió:

-Sé lo que vas a hacer.

    Octavia se volteó y horrorizada contempló como Christina se levantaba de su cama y se quedaba observando el círculo.  Esta tiritaba y parecía que se iba a desmayar en cualquier momento.

-Christina, vuelve a la cama. No estás bien – dijo Octavia

-Estoy perfectamente bien Octavia y sé que quieres asesinarme para volver a tu mundo de nuevo – dijo Christina a la vez que las lágrimas corrían por su rostro.

-Yo… eh… yo no quiero hacerlo. No puedo Christina – dijo mientras caía de rodillas.

    Octavia se sentía más miserable que nunca. No le interesaba nada mas, tan solo dejaría que ese cuerpo en el que ahora estaba se pudriera para así no lastimar a Christina. Pudo sentir dos brazos recorriendo su cuerpo y de improviso la boca de Christina surcaba la suya. Cristina la miró fijamente y dijo:

-Quiero que me expliques todo.

    Octavia la miró fijamente y comenzó:

    “Vengo de otro mundo muy distinto al tuyo. Por ciertos eventos de mi vida, terminé metiéndome en terrenos que no debía. Me entregué al demonio y a todo su séquito para tener en mi vida lo que tenía y al final terminé sin mi cuerpo. Quedé solo como un alma que vaga en la tierra, hasta que recordando las artes malignas que había practicado en vida, pude conseguir un cuerpo a través de un ritual de vampirismo.

    Engañe a un hombre solitario que lamentaba la muerte de su viejo amante. Su dolor y su sacrificio para poder traerlo a la vida me dieron un cuerpo mortal pero a la vez efímero. Este cuerpo que ahora vez es muy inestable, si no se mantiene constantemente termina pudriéndose y por ende, inservible. Ahora, al haber ocupado un ritual de vampirismo, quedé atada a este para poder sobrevivir y todo este tiempo me he alimentado de ti en las noches.

    ¿Recuerdas la noche que viste a la mujer volar? Esa era yo cuando habiendo conseguido un cuerpo, escape del mundo terrestre para buscar a Lemuria, la bruja que habita en tu mundo. Debía escapar de la esfera terrestre ya que el demonio no dudaría en buscarme si sabía que había vuelto a la vida de nuevo. Estando ya acá, Lemuria me dio la clave del ritual para poder tener vida de nuevo. Así fue como embrujamos a la hermana de tu madre y me hicieron pasar a mi como su sobrina. Necesitaba que tú fueras la elegida ya que me habías visto anteriormente y por sobre todo, necesitábamos una mujer que no hubiera sido tocada por hombre alguno. De esta manera llegué acá y lo demás supongo que lo sabes.”

    Christina miró a Octavia y pregunto:

-¿Cuál es el ritual?

    Octavia rompió en llanto y continuó:

-El ritual consistía en hacer un sacrificio humano de amor. Yo debía poder enamorarte para que tu alma sintonizara con la mía. De esa manera, con el poder de tu amor yo volvería. Aún así, al final terminé amándote también y no quiero asesinarte. Tú no tienes que sacrificarte por mí. Esta misma noche me iré lejos. -  terminó Octavia

   Christina se levanto y acercándose al círculo que había dibujado Octavia anteriormente le dijo:

-Haz el ritual.

-¿Qué estás diciendo? – dijo Octavia sorprendida

-Sé que necesitas tu cuerpo. No me queda mucho tiempo en este mundo, ¿puedes escuchar el ruido que hay afuera? – dijo señalando la ventana.

    Un rugido estruendoso rompió con el ambiente que se había creado entre ellas dos. Sonidos de pasos eran notorios y Octavia acercándose a la ventana pudo ver lo que era. Todo el pueblo del lugar se aglomeraba con antorchas fuera de la casa Kenneth. A segundo de haber visto esa imagen la puerta se abrió y Lemuria entro rápidamente.

-Octavia, debes hacer esto rápido. No queda mucho tiempo, ¡las personas que están afuera van a quemar la casa!

-Vamos, hazlo – dijo Christina decidida.

-¡No puedo! ¿Qué sentido tiene hacer esto si no estaré contigo? No tengo nada por lo qué volver a la vida. – dijo llorando.

-¡Tienes que hacerlo Octavia! No me interesa lo que hayas hecho antes. Si pudiste volver, es porque de verdad tienes que hacer algo importante ya sea en este mundo o en el tuyo. Toma mi vida rápido, no me interesa vivir toda mi vida infeliz con un hombre que no quiero. ¡Prefiero que mi vida fluya en ti! – dijo mientras se desmayaba en el circulo.

    Fuertes gritos se escuchaban dentro de la casa. La temperatura del lugar aumentaba considerablemente junto a un fuerte olor a humo. La casa se estaba quemando y no pasaría mucho tiempo hasta que el fuego llegara a la habitación.

-Vamos Octavia, no queda mas opción – le grito Lemuria.

    Octavia viendo que la situación ya no daba para más, entro en el círculo, se agacho y tomo a Christina en brazos. Christina la miró por última vez y le susurró:

-Me hubiera gustado que esto hubiera durado para siempre. Aunque me pone feliz que viviré en ti para siempre, te amo. – terminó sonriendo.

    Octavia sacando las últimas fuerzas que tenía, se dirigió al cuello de Christina y comenzó a succionar toda la sangre que quedaba en el cuerpo de esta. Lemuria se movía alrededor del círculo a la vez que recitaba antiguos hechizos. El fuego consumía  la casa y se acercaba peligrosamente a la habitación. Octavia paro de beber la sangre de Christina y esta, dando sus últimos estertores, sucumbió a la muerte.

    Una fuerte energía emano del círculo y comenzó a cubrir a Octavia. Christina cayó de sus brazos y antes de llegar al suelo comenzó a desintegrarse, pasando a ser parte del cuerpo de Octavia. El fuego ya había pasado a la habitación y con un fuerte estruendo la puerta voló dejando que el fuego avanzará mas rápido para devorar todo lo que se encontraba dentro.

-Debemos irnos hacía la costa – dijo Lemuria – el fuego nos quemará si no nos apresuramos.

    Octavia miro por última vez ese lugar que era consumido por las llamas y tomando a Lemuria en sus brazos, comenzaron a elevarse por los aires atravesando el techo de la antigua casona para salir al aire libre y poder volar hacia la costa, donde Lemuria dijo que deberían ir. Mientras volaban en su camino hacía el lugar, Octavia no pudo evitar pensar en todo lo que había pasado y sobre todo, en la que Christina le había dicho. ¿de verdad ella tendría algo que hacer en este mundo o en el otro?  Fuera lo que fuera, sabía algo: La muerte de Christina no sería en vano… ella no permitiría eso.

    Mientras Lemuria y Octavia volaban por los cielos, los oprimidos celebraban la derrota del poderoso. El caos y el desorden recorrían por todo el lugar y las personas esperaban que un nuevo amanecer llegara para ellos. La muerte del viejo Edward y toda su familia era la coyuntura que ellos necesitaban para un mejor porvenir. La industria y la empresa cayeron en manos de las personas del lugar quienes trabajaron la tierra y comenzaron a ganar mejores condiciones para sus familias. Una nueva era había comenzado para ese mundo.




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"Lulupapa y la Legión del Elefante" y "Sacrificio de Sangre" continúan en: